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El comentario de hoy, jueves 2 de enero 2024

Estamos ya en enero de 2025. Inicia el año con expectativas preocupantes para México. Desde las elecciones del 5 de noviembre en los Estados Unidos y el triunfo del republicano Donald Trump, millones de mexicanos que radican en el vecino país están a la espera de que se cumplan las amenazas de deportación, que ha sido una constante en un personaje que se ha caracterizado por ser enemigo de todo aquel que no comulgue con la supremacía blanca.

Lamentablemente, tal parece que los astros se han alineado en contra de México. En reiteradas ocasiones el presidente norteamericano electo ha dicho una y otra vez, que los cárteles mexicanos son terroristas, por lo que su gobierno habrá de combatirlos. Estados Unidos, con la excusa del “discurso de la seguridad” y de la “guerra contra el terrorismo”, ha ido en forma gradual instaurando prácticas y discursos que limitan derechos y garantías constitucionales de sus propios nacionales y de los ciudadanos del mundo entero, instalando como “naturales”, escenarios de ilegalidad y de “excepcionalidad”.

Un factor adicional es el tema migratorio. Al instaurarse controles más estrictos o la militarización de la frontera, los flujos de migrantes quedarán varados en nuestro país. Por un lado, disputando espacios laborales con trabajadores nacionales y, por otro, ante la necesidad de sobrevivencia, hacer crecer a los cárteles de la droga. Hay ejemplos de sicarios provenientes de Venezuela, Colombia, Guatemala. Grupos delictivos que ya operan aquí, entre nosotros. Ahí está el llamado “Gota a gota”, que opera impunemente.

Pese a los esfuerzos del gobierno federal para restablecer la seguridad y la paz social entre los mexicanos, en los últimos tres meses, es evidente que no hay resultados. Seis años de impunidad para los cárteles hizo que sus tentáculos hayan penetrado hasta en los sitios más recónditos. No hay pueblo o comunidad, por más pobre que sea, en donde no operen el cobro de piso y las ejecuciones.

Entidades del país, antes remansos de paz y desarrollo, la mayoría gobernados por el Movimiento de Regeneración Nacional -Morena- son hoy paraísos de las operaciones criminales. Ahí está Chiapas, Tabasco, Veracruz, Guerrero y, por supuesto, Sinaloa, Colima o Michoacán. La política de abrazos y no balazos, hizo crecer la delincuencia. Y en Oaxaca no estamos mejor, aunque se diga lo contrario.

El año que inicia pues, será de retos y desafíos; de mecanismos de defensa y de capotear las amenazas. No es adoptando una política contestataria como la que ha emprendido la Federación, como se habrán de paliar las amenazas de quien pronto será ungido como presidente de la Unión Americana. Ni minimizar acciones de violencia y atenuarlas cantando el Himno Nacional. México tendrá que desplegar lo poco que le queda de aquella diplomacia que algún día lo puso en el Olimpo de las naciones. (JPA)

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